viernes, 31 de diciembre de 2010
Daydreaming
I recently saw Inception, in the movie they use this song to wake up dreamers and i'm using it to wake up of a long and nostalgic daydreaming session.
viernes, 17 de diciembre de 2010
Los disfraces del amor.
Pablo Ortíz es un tipo común, una noche se encontró soñando con una desconocida a quién besaba y por quien sintió un amor inexplicable que se traspasó del sueño a la realidad.
Por alguno de esos giros extraños de lo que algunos llaman destino, la mañana inmediatamente siguiente a soñar con aquella chica por segunda vez Pablo tuvo que ir a una clínica cercana a recoger unos exámenes de su madre (la de él, claro). Entrando al hospital vio a la chica de sus sueños, literalmente. Ella estaba golpeada, pero consciente; ni siquiera notó que él la observaba casi como acechándola. A la chica la entraron a una habitación, Pablo la siguió y la visitó por varios días, hasta que un día la ventana, que era por donde la veía sin ser visto, no mostraba más que una cama tendida y la frialdad acostumbrada en los blancos cuartos de hospital. Salió defraudado por no haber sido capaz de hablarle, de saludarla, de preguntarle cualquier cosa...
La encontró de nuevo en la puerta, con papeles en la mano, como esperando a alguien, mirando con impaciencia la puerta de ese sitio que olía a desinfectante barato. La saludó, ella le sonrió pero fue cortante. Aunque Ana era sociable no le interesaba hablar con un desconocido en la puerta de un hospital, sólo quería irse. Cuatro días allí habían sido una eternidad.
Pablo se retiró como dando por perdida una batalla que ni siquiera luchó, llegó a su casa y empezó a mirarse al espejo. Entre la congoja y el repudio se hizo a la idea de que nunca podría tenerla y concluyó que la única manera de satisfacer su deseo era pareciéndose a ella. Empezó sutilmente: usaba el brillo labial de su hermana, un poco de rubor, una pañoleta... Con el paso de los días la situación se volvió cada vez más inverosímil (inverosímil como sólo puede ser la realidad). El extraño pasatiempo le quitó su trabajo, así que usó su -talento- para sobrevivir. En algún bar con una puerta llena de colores se presentaba cada noche. Su amigo Jesús era el único que sabía de su extraña manera de sobreponerse al dolor que le causaba no tener a la mujer que había salido de sus sueños para volverse una pesadilla en la vida real.
Para Jesús fue inevitable sentir curiosidad por la mujer que habia transtornado de tal modo a su amigo y cierta obsesión empezó a crecer en él. Averigüar quien era no le resulto díficil y pronto empezó a visitar lugares cercanos a su residencia y a su trabajo, al principio tan sólo quería verla, pero después de cruzarse con ella la primera vez no pudo dejar de ir a estos sitios, Ana lo habia cautivado.
Parte de Jesús quería ser leal a la amistad con Pablo y la otra parte únicamente deseaba conquistar a la mujer que su amigo amaba; fiel a su amistad, y buscando acallar su conciencia, buscó la forma en que Pablo y Ana se conocieran, dias de observar a Ana le permitieron saber con más precisión en donde se encontraba en cada momento del día.
Ella caminaba del trabajo a su casa, deteniendose siempre en un parque donde se sentaba a leer por algunas horas. Jesús llevo a Pablo a ese parque, espero a que Ana apareciera y en ese momento lo dejó solo. Pero Pablo perplejo por la presencia de Ana no hizo más que quedarse sentado en una banca cercana a ella, observandola, sintiendose incapaz de iniciar una conversación. Sorpresivamente fue Ana quien se acercó a él, su rostro le resultaba familiar.
Intercambiaron palabras, ella fue gentil y dio el primer paso entregándole en su separador de libros el teléfono de su casa y su correo electrónico. Pablo no creía lo que había sucedido. Casi no pudo contenerse, pero para no parecer loca, perdón, loco, la llamó al día siguiente. Acordaron una cita, fue el inicio de muchas más. Todo estuvo bien hasta que Jesús ya no pudo cargar más con sus celos. Él había hecho que el sueño de su amigo se hiciera realidad, pero cuando los veía, tan felices, supo que esa felicidad que irradiaba Ana era más merecida por él. Claro, al fin y al cabo él no se disfrazaba de ella, ni tenía un show con su nombre, ni mucho menos le robaba sus prendas para que le dieran suerte en lo que era su trabajo.
Jesús decidió contactar a Esperanza, que era una vieja enemiga de Ana y por quién, en primer lugar, ella había tenido que pasar cuatro días en el hospital. Acordaron que para gusto de ambos Esperanza develaría el secreto de Pablo rompiéndole el corazón a su enemiga y así Jesús podría aprovecharse de su vulnerabilidad.
Ana sintió que la vida no tenía razón de ser cuando se enteró de la esquizoide historia del hombre, que en poco tiempo había aprendido a amar; como era de esperarse, cayó en brazos de Jesús. Por un par de meses, que fue lo que le tomó a Ana recuperarse de la triste revelación que había hecho Esperanza, gozaron de un poco de tranquilidad y había química entre ellos. Las cosas marchaban bien hasta que Esperanza vió que había colaborado en la felicidad de quién era la encarnación de todo lo que odiaba, así que se dió a la tarea de conquistar a Jesús. Lo consiguió.
Para cuando Jesús abandonó a Ana ya Pablo había forjado una sólida relación con Felipe, uno de los clientes del bar, así que la soledad fue inminente, no había otra salida para ella, Ana se entregó a Jesús, literalmente, se hizo monja y juró castidad y pobreza, mientras que sus tres compañeros gozaron de una vida hedonista y placentera. Amén.
miércoles, 8 de diciembre de 2010
Benjamin Sachs
No le costaba ningún esfuerzo entablar conversación con absolutos desconocidos, lanzarse a hacer preguntas que nadie más se habría atrevido a hacer y, con mucha frecuencia, salirse con la suya. Uno tenía la impresión de que no había aprendido nunca las reglas, que, puesto que carecía por completo de inhibiciones, esperaba que todo el mundo fuese tan franco como él. Y sin embargo había siempre algo impersonal en su interrogatorio, como si no estuviese intentando establecer un contacto humano contigo sino más bien intentando resolver para sí algún problema intelectual. Esto daba a sus comentarios cierto tipo de matiz abstracto, lo cual inspiraba confianza, te predisponía a contarle cosas que en algunos casos ni siquiera te habías dicho a tí mismo.
Fragmento de: Leviatán
Paul Auster
Editorial Anagrama
Página 29
domingo, 28 de noviembre de 2010
About beauty
You know what? Fuck beauty contests. Life is one fucking beauty contest after another. School, then college, then work... Fuck that!Dwayne.
Litte Miss Sunshine.
martes, 23 de noviembre de 2010
lunes, 22 de noviembre de 2010
Otros cinco poemas para Cris
Julio Cortázar
[No tan] Dulces sueños
El sueño a continuación no representa las opiniones de la autora, o eso quiero creer.
De mal humor por haber soñado con algo que no debería y peor aún, por desear que el sueño se volviera realidad: Desperté.
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viernes, 19 de noviembre de 2010
El sendero, ¿A dónde va?
Beirut, para escuchar mientras lee:
lunes, 8 de noviembre de 2010
Morfina
Lo que hace la muerte es robarnos las posibilidades, lo he meditado. El dolor que causa una muerte es directamente proporcional al tiempo que esperábamos pasar con ese otro que muere, a los deseos que poníamos en el tiempo y que ya no están más allí. Como el sueño la muerte detiene las nociones, para quien llora la partida y para quien parte. La muerte es abismo y vacío.
lunes, 1 de noviembre de 2010
Oh, the possibility!
domingo, 24 de octubre de 2010
lunes, 11 de octubre de 2010
It wont be long
Escribir es bueno, es bueno a veces escribir para quienes esperan el amor, aunque sea una espera distorsionada...Como si el amor fuera una meta, un efebito montado en un corcel blanco o una mujer hermosa con un pañuelo blanco, es bueno escribir para quienes se olvidan que no hay camino al amor, que el amor no es un destino.
Recordar es bueno, es bueno recordar que todo gira alrededor del tiempo y el amor no es sino un sesgo. Es bueno recordar porque el amor hace que el tiempo pase rápido o, cuando el amor no está, hace que cada minuto se sienta como una década.
Escribí y recordé para quienes saben que el amor no es, ni se parece, a un camino, ni a un efebo, ni al dinero. Escribiré y recordaré siempre por quienes saben que el amor está en la música.
jueves, 5 de agosto de 2010
De Olvidadizo a Memorioso
viernes, 11 de junio de 2010
Instantes
Una sorpresa a cada instante, descubrir un pasado, tan propio como ajeno, tan extraño, tan familiar, ¿es esa mi vida?, no hay tiempo para cuestionarme cómo fue que llegue aquí, los errores, los aciertos, y los millones de pendientes, pero bueno, alguien más se ocupara de ellos.
La vida, entonces, se reduce a un instante, de esos instantes que duran toda una vida, fugaces, que se extinguen sin dejar rastro, cuya memoria es débil, casi inexistente. Me ata a la vida un hilo delgado, una cadena cuyos eslabones amenazan con perderse, tal vez huir, en cualquier momento. Y me arranca de ella el paso del tiempo, que inclemente me transforma en un recuerdo.
Pero ya no lucho contra el tiempo, por lo menos eso es lo que digo, ahora solo intento retratarle en un instante, ser ahora yo quien lo convierta en un recuerdo, adueñarme de ese ser despiadado, extraviarlo en el olvido, porque nunca me hizo caso, nunca me escuchó, cuando le pedí que los instantes ya no fueran fugaces.
miércoles, 9 de junio de 2010
Silencio
Silencio de Clarice Lispector
Es tan vasto el silencio de la noche en la montaña. Y tan despoblado. En vano uno intenta trabajar para no oírlo, pensar rápidamente para disimularlo. O inventar un programa, frágil punto que mal nos une al súbitamente improbable día de mañana. Cómo superar esa paz que nos acecha. Silencio tan grande que la desesperación tiene vergüenza. Montañas tan altas que la desesperación tiene vergüenza. Los oídos se afilan, la cabeza se inclina, el cuerpo todo escucha: ningún rumor. Ningún gallo. Cómo estar al alcance de esa profunda meditación del silencio. De ese silencio sin memoria de palabras. Si es muerte, cómo alcanzarla.
Es un silencio que no duerme: es insomne; inmóvil, pero insomne; y sin fantasmas. Es terrible: sin ningún fantasma. Inútil querer probarlo con la posibilidad de una puerta que se abra crujiendo, de una cortina que se abra y diga algo. Está vacío y sin promesas. Si por lo menos se escuchara al viento. El viento es ira, la ira es vida. O nieve. La nieve es muda pero deja rastro, lo emblanquece todo, los niños ríen, los pasos resuenan y dejan huella. Hay una continuidad que es la vida. Pero este silencio no deja señales. No se puede hablar del silencio como se habla de la nieve. No se puede decir a nadie como se diría de la nieve: ¿oíste el silencio de esta noche? El que lo escuchó, no lo dice.
La noche desciende con las pequeñas alegrías de quien enciende lámparas, con el cansancio que tanto justifica el día. Los niños de Berna se duermen, se cierran las últimas puertas. Las calles brillan en las piedras del suelo y brillan ya vacías. Y al final se apagan las luces más distantes.
Pero este primer silencio todavía no es el silencio. Que espere, pues las hojas de los árboles todavía se acomodarán mejor, algún paso tardío tal vez se oiga con esperanza por las escaleras.
Pero hay un momento en que del cuerpo descansado se eleva el espíritu atento, y de la tierra, la luna alta. Entonces él, el silencio, aparece.
El corazón late al reconocerlo.
Se puede pensar rápidamente en el día que pasó. O en los amigos que pasaron y para siempre se perdieron. Pero es inútil huir: el silencio está ahí. Aun el sufrimiento peor, el de la amistad perdida, es sólo fuga. Pues si al principio el silencio parece aguardar una respuesta -cómo ardemos por ser llamados a responder-, pronto se descubre que de ti nada exige, quizás tan sólo tu silencio. Cuántas horas se pierden en la oscuridad suponiendo que el silencio te juzga, como esperamos en vano ser juzgados por Dios. Surgen las justificaciones, trágicas justificaciones forzadas, humildes disculpas hasta la indignidad. Tan suave es para el ser humano mostrar al fin su indignidad y ser perdonado con la justificación de que es un ser humano humillado de nacimiento.
Hasta que se descubre que él ni siquiera quiere su indignidad. Él es el silencio.
Puede intentar engañársele, también. Se deja caer como por casualidad el libro de cabecera en el suelo. Pero, horror, el libro cae dentro del silencio y se pierde en la muda y quieta vorágine de éste. ¿Y si un pájaro enloquecido cantara? Esperanza inútil. El canto apenas atravesaría como una leve flauta el silencio.
Entonces, si se tiene valor, no se lucha más. Se entra en él, se va con él, nosotros los únicos fantasmas de una noche en Berna. Que entre. Que no espere el resto de la oscuridad delante de él, sólo él mismo. Será como si estuviéramos en un navío tan descomunalmente grande que ignoráramos estar en un navío. Y éste navegara tan largamente que ignoráramos que nos estamos moviendo. Más de eso, nadie puede. Vivir en la orla de la muerte y de las estrellas es una vibración más tensa de lo que las venas pueden soportar. No hay, siquiera, un hijo de astro y de mujer como intermediario piadoso. El corazón tiene que presentarse frente a la nada sólito y sólito latir alto en las tinieblas. Sólo se escucha en los oídos el propio corazón. Cuando éste se presenta completamente desnudo, no es comunicación, es sumisión. Además, nosotros no fuimos hechos sino para el pequeño silencio.
Si no se tiene valor, que no se entre. Que se espere el resto de la oscuridad frente al silencio, sólo los pies mojados por la espuma de algo que se expande dentro de nosotros. Que se espere. Un insoluble por otro. Uno al lado del otro, dos cosas que no se ven en la oscuridad. Que se espere. No el fin del silencio, sino la ayuda bendita de un tercer elemento, la luz de la aurora.
Después, nunca más se olvida. Es inútil intentar huir a otra ciudad. Porque cuando menos se lo espera, se puede reconocerlo de repente. Al atravesar la calle en medio de las bocinas de los autos. Entre una carcajada fantasmagórica y otra. Después de una palabra dicha. A veces, en el mismo corazón de la palabra. Los oídos se asombran, la mirada se desvanece: helo ahí. Y desde entonces, él es fantasma.
lunes, 7 de junio de 2010
Pongamos que te encierro aquí, Tristeza.
viernes, 4 de junio de 2010
In Memoriam
domingo, 9 de mayo de 2010
“Acabaras en un manicomio o en la cárcel”
sábado, 8 de mayo de 2010
Era sencillo, era simple, no tenía que preocuparme por los detalles, los otros sabían quién era, a donde llegaría, todos los deseos de mi vida; pero un día desperté o tal vez lo que yo quería se alejaba demasiado de aquello que realmente quería, ¿qué quiero? … nada.