viernes, 31 de diciembre de 2010

Daydreaming



I recently saw Inception, in the movie they use this song to wake up dreamers and i'm using it to wake up of a long and nostalgic daydreaming session.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Los disfraces del amor.



Pablo Ortíz es un tipo común, una noche se encontró soñando con una desconocida a quién besaba y por quien sintió un amor inexplicable que se traspasó del sueño a la realidad.


Por alguno de esos giros extraños de lo que algunos llaman destino, la mañana inmediatamente siguiente a soñar con aquella chica por segunda vez Pablo tuvo que ir a una clínica cercana a recoger unos exámenes de su madre (la de él, claro). Entrando al hospital vio a la chica de sus sueños, literalmente. Ella estaba golpeada, pero consciente; ni siquiera notó que él la observaba casi como acechándola. A la chica la entraron a una habitación, Pablo la siguió y la visitó por varios días, hasta que un día la ventana, que era por donde la veía sin ser visto, no mostraba más que una cama tendida y la frialdad acostumbrada en los blancos cuartos de hospital. Salió defraudado por no haber sido capaz de hablarle, de saludarla, de preguntarle cualquier cosa...
La encontró de nuevo en la puerta, con papeles en la mano, como esperando a alguien, mirando con impaciencia la puerta de ese sitio que olía a desinfectante barato. La saludó, ella le sonrió pero fue cortante. Aunque Ana era sociable no le interesaba hablar con un desconocido en la puerta de un hospital, sólo quería irse. Cuatro días allí habían sido una eternidad.


Pablo se retiró como dando por perdida una batalla que ni siquiera luchó, llegó a su casa y empezó a mirarse al espejo. Entre la congoja y el repudio se hizo a la idea de que nunca podría tenerla y concluyó que la única manera de satisfacer su deseo era pareciéndose a ella. Empezó sutilmente: usaba el brillo labial de su hermana, un poco de rubor, una pañoleta... Con el paso de los días la situación se volvió cada vez más inverosímil (inverosímil como sólo puede ser la realidad). El extraño pasatiempo le quitó su trabajo, así que usó su -talento- para sobrevivir. En algún bar con una puerta llena de colores se presentaba cada noche. Su amigo Jesús era el único que sabía de su extraña manera de sobreponerse al dolor que le causaba no tener a la mujer que había salido de sus sueños para volverse una pesadilla en la vida real.


Para Jesús fue inevitable sentir curiosidad por la mujer que habia transtornado de tal modo a su amigo y cierta obsesión empezó a crecer en él. Averigüar quien era no le resulto díficil y pronto empezó a visitar lugares cercanos a su residencia y a su trabajo, al principio tan sólo quería verla, pero después de cruzarse con ella la primera vez no pudo dejar de ir a estos sitios, Ana lo habia cautivado.


Parte de Jesús quería ser leal a la amistad con Pablo y la otra parte únicamente deseaba conquistar a la mujer que su amigo amaba; fiel a su amistad, y buscando acallar su conciencia, buscó la forma en que Pablo y Ana se conocieran, dias de observar a Ana le permitieron saber con más precisión en donde se encontraba en cada momento del día.


Ella caminaba del trabajo a su casa, deteniendose siempre en un parque donde se sentaba a leer por algunas horas. Jesús llevo a Pablo a ese parque, espero a que Ana apareciera y en ese momento lo dejó solo. Pero Pablo perplejo por la presencia de Ana no hizo más que quedarse sentado en una banca cercana a ella, observandola, sintiendose incapaz de iniciar una conversación. Sorpresivamente fue Ana quien se acercó a él, su rostro le resultaba familiar.


Intercambiaron palabras, ella fue gentil y dio el primer paso entregándole en su separador de libros el teléfono de su casa y su correo electrónico. Pablo no creía lo que había sucedido. Casi no pudo contenerse, pero para no parecer loca, perdón, loco, la llamó al día siguiente. Acordaron una cita, fue el inicio de muchas más. Todo estuvo bien hasta que Jesús ya no pudo cargar más con sus celos. Él había hecho que el sueño de su amigo se hiciera realidad, pero cuando los veía, tan felices, supo que esa felicidad que irradiaba Ana era más merecida por él. Claro, al fin y al cabo él no se disfrazaba de ella, ni tenía un show con su nombre, ni mucho menos le robaba sus prendas para que le dieran suerte en lo que era su trabajo.


Jesús decidió contactar a Esperanza, que era una vieja enemiga de Ana y por quién, en primer lugar, ella había tenido que pasar cuatro días en el hospital. Acordaron que para gusto de ambos Esperanza develaría el secreto de Pablo rompiéndole el corazón a su enemiga y así Jesús podría aprovecharse de su vulnerabilidad.


Ana sintió que la vida no tenía razón de ser cuando se enteró de la esquizoide historia del hombre, que en poco tiempo había aprendido a amar; como era de esperarse, cayó en brazos de Jesús. Por un par de meses, que fue lo que le tomó a Ana recuperarse de la triste revelación que había hecho Esperanza, gozaron de un poco de tranquilidad y había química entre ellos. Las cosas marchaban bien hasta que Esperanza vió que había colaborado en la felicidad de quién era la encarnación de todo lo que odiaba, así que se dió a la tarea de conquistar a Jesús. Lo consiguió.


Para cuando Jesús abandonó a Ana ya Pablo había forjado una sólida relación con Felipe, uno de los clientes del bar, así que la soledad fue inminente, no había otra salida para ella, Ana se entregó a Jesús, literalmente, se hizo monja y juró castidad y pobreza, mientras que sus tres compañeros gozaron de una vida hedonista y placentera. Amén.



miércoles, 8 de diciembre de 2010

Benjamin Sachs

No le costaba ningún esfuerzo entablar conversación con absolutos desconocidos, lanzarse a hacer preguntas que nadie más se habría atrevido a hacer y, con mucha frecuencia, salirse con la suya. Uno tenía la impresión de que no había aprendido nunca las reglas, que, puesto que carecía por completo de inhibiciones, esperaba que todo el mundo fuese tan franco como él. Y sin embargo había siempre algo impersonal en su interrogatorio, como si no estuviese intentando establecer un contacto humano contigo sino más bien intentando resolver para sí algún problema intelectual. Esto daba a sus comentarios cierto tipo de matiz abstracto, lo cual inspiraba confianza, te predisponía a contarle cosas que en algunos casos ni siquiera te habías dicho a tí mismo. 
Fragmento de: Leviatán
Paul Auster
Editorial Anagrama
                                   Página 29 

domingo, 28 de noviembre de 2010

About beauty

You know what? Fuck beauty contests. Life is one fucking beauty contest after another. School, then college, then work... Fuck that!
Dwayne. 
Litte Miss Sunshine.

martes, 23 de noviembre de 2010

 Pensé que eras la válvula de escape, pero resultaste ser el sistema de presión. 

lunes, 22 de noviembre de 2010

Otros cinco poemas para Cris

IV


Creo que no te quiero,
que solamente quiero la imposibilidad
tan obvia de quererte
como la mano izquierda
enamorada de ese guante
que vive en la derecha. 


                                    Julio Cortázar 

[No tan] Dulces sueños



El sueño a continuación no representa las opiniones de la autora, o eso quiero creer. 

Estaba en un salón conocido, en mi universidad. Estaba sentada en una rueda de 4 o 5 personas, sé que no eran personas conocidas por las sensaciones que recuerdo, estábamos hablando cuando, sin esperarlo, sonó cómo algo caía. Yo giré hacia el tablero, porque, como es costumbre, estaba de lado a la ventana mirando hacia la pared. Al girar lo que ví fue una máquina dispensadora de dulces. Aquí ya se pierde toda la coherencia, ¿Qué hace una máquina dispensadora en un salón de clase?... Sin embargo para mí, dentro del sueño, no fue extraño. 

Me levanté, vi que el sonido había venido de allí, alguien había pedido algo y ese algo, que eran unos Halls, habían caído y estaban listos para ser recogidos. Miré a todas partes: ahí estaba él. En mi Universidad, en un salón que era conocido para mi y en el que no esperaba encontrarlo. Me senté de nuevo, tengo la impresión de que ni siquiera me vio. Recuerdo cómo sentada pensaba en la mala suerte que tenía por encontrarlo en un lugar mío, al que él no pertenecía. Sentí nostalgia, quise salir del salón pero si me levantaba corría el riesgo de ser vista, así que me quedé, dándole la espalda. 

La memoria queda en blanco, no sé qué pasó en el intermedio pero lo siguiente que viene a mi cabeza cuando trato de recordar es vernos en el suelo, hablando. Nos mirábamos a los ojos y hablábamos. Yo estaba extrañada, pero lo disfrutaba. La inesperada situación me encantaba, con todo y sus rarezas, incoherencias, imposibilidades. 


De mal humor por haber soñado con algo que no debería y peor aún, por desear que el sueño se volviera realidad: Desperté. 
______________________________________________________________


Más que ver las extrañezas que tienen lugar en mi cabeza, lo que más me gusta es poder recordar cómo me sentía en el sueño, si estaba feliz, pensativa, si las cosas se me hacían raras... Los escenarios me intrigan, pero que las sensaciones del sueño traspasen las barreras de lo onírico me maravilla. 

viernes, 19 de noviembre de 2010

El sendero, ¿A dónde va?


Beirut, para escuchar mientras lee:  

Caminaba, yo. Sin senda ni destino. Iba por entre los puentes, los edificios, la mierda, los enamorados, los indigentes. 

Iba sola. Miraba hacia el suelo y de vez en cuando hacia el cielo, para ver los semáforos cambiar y dejarme cruzar otra calle sin nombre

No buscaba nada, ni a nadie. Caminaba, por una ciudad fría. Yo caminando por una ciudad tan fría, ¡Yo, con esta alma de viajera!

¡Ah, sí! Viajaba. Viajaba por tus comisuras. ¡Ah, no! Soñaba. Soñaba con tus comisuras cuando otro aguacero vistió de paraguas y sombrillas esa ciudad toda gris por la que, entre sueños, me movía. Y estaba sola. Lejos de Monserrate y lejos de ti. En Bogotá con aguacero y sin ti.

Sin ti [sujeto tácito] sin ti. 

De repente me encontré un camino o ¿me desvié?. Claro, ya no caminaba hacia ti. Ya ni te hablo de tu. 

tú, ni ti. Camino, sí. 

Todavía voy llevando una suerte de nostalgia y camino lento, con un andar distraído voy alejándome de ti. Tú, ta-ci-tur-no. 

El sendero, ¿A dónde va? 

lunes, 8 de noviembre de 2010

Morfina




Lo que hace la muerte es robarnos las posibilidades, lo he meditado. El dolor que causa una muerte es directamente proporcional al tiempo que esperábamos pasar con ese otro que muere, a los deseos que poníamos en el tiempo y que ya no están más allí. Como el sueño la muerte detiene las nociones, para quien llora la partida y para quien parte. La muerte es abismo y vacío.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Oh, the possibility!




La verdad es que ya todo estaba dicho, se habían despedido hacía un poco más de un mes. Llevaban una relación sencilla, un poco clandestina y extraña para los terceros.

Podían pasar horas en la cama y no sólo entregándose el uno al otro con la misma emoción con la que lo hicieron la primera vez; pasaban el tiempo el uno junto al otro sin hablar, leyendo o viendo alguna de esas películas que la hacían tan feliz y cuyo título él siempre pronunciaba mal. Tenían discusiones como cualquier pareja, se enfrentaban por la pasividad de él y la impulsividad de ella, creyeron que se adaptarían. 

Terminaron lo que nunca empezaron con certeza porque el amor se parece a la comida y es poco apetitoso cuando se sirve frío.  Se fueron dejando poco a poco, el silencio ya no era agradable y las conversaciones habían perdido ese toque de sorpresa que los había hecho, digamos, enamorarse. 

El adiós fue sencillo, nadie lo dijo. Eran buenos con los eufemismos y aun mejores interpretando sus lenguajes corporales. 

Todavía tenían algunos amigos en común. Era el fin de semana esperado por todos. Las identidades podían cambiarse y las máscaras podían quedarse o quitarse sin que nadie se sintiera juzgado u ofendido. Coincidieron en la misma fiesta. 

Se saludaron cordialmente, "está superado" pensaron quienes los acompañaban. Él entró solo, ella también. La noche cayó y la música subió, se reencontraron en uno de esos pasadizos de bar en los que siempre hay alguien besuqueándose. Hicieron lo propio. 

Él la detuvo, la miró y siguió su paso. Ella sonrió, no por el beso, sino por la puerta que ese caluroso encuentro abrió: La posibilidad. 

Siguió bailando, lo miraba de reojo de cuando en vez. Bailaba con otros pero sabía que al final de la noche se iría con él, ¡oh la posibilidad...! No fumaba pero decidió tomar un poco de aire, salió y lo vio con alguna bonita pero desconocida chica. Él fumaba y giró para soltar el humo, ella los miraba fijamente y sin discreción. No tuvo otro remedio; "- Te presento a Clara, ella es... mi novia" Dijo con un volumen cada vez más bajo.

La noche siguió igual. Ella no lloró, no hubo reproches ni reclamos, tampoco sexo de revancha. Bailó un poco más y tomó un taxi. Sólo cuando, como una maldita cachetada del destino, sonó una de esas canciones que a él le gustaban entendió que ninguna vida angustia más que esa que lleva a cuestas una posibilidad perdida y ninguna pérdida duele más que la de una posibilidad. 

domingo, 24 de octubre de 2010



Se despierta radiante. Baja con un caminar entre dormido y cadencioso las escaleras de su casa que, si bien no es la más grande, es el lugar donde convergen la cotidianidad y la tranquilidad. Va a la cocina, enciende el fuego y prepara café.Sus manos frotan sus ojos y un bostezo libera la somnolencia.

Sirve el café, sube de nuevo a su habitación y con un cálido beso dice buenos días al hombre que estaba a su lado en la cama. -¡Buenos días, amor!, dice él, casi susurrando.

Ella regresa bajo el edredón, él se mueve un poco para ver el reloj, "se hace tarde" dice, mientras se levanta. Entra al baño mientras ella pone su ropa sobre la cama y se escabulle para acompañarlo en la silenciosa y blanca ducha.

Desayunan juntos, no es aire de rutina lo que se respira en el comedor. Aún son jóvenes.

Él ya está vestido, a ella sólo la envuelve una toalla. Lo apura un poco y le entrega una fruta para la media mañana. Se besan tiernamente, tiernamente pero no sin pasión. Cualquiera pensaría que son una familia... Sonríen y él se va.

Va otra vez al cuarto; Seca su cabello y se viste. Estaba buscando su pestañina cuando la puerta sonó. "¿Qué olvidaría esta vez?" se preguntó mientras bajaba la escalera. No fue él quien llegó.

- ¡Adelantaron mi vuelo!

Ana sabía que su esposo la amaba, así que sonrió, con una sonrisa extraña. En sus labios había tanta culpa como disgusto.

- ¿Me extrañaste? Preguntó ansioso, mientras abría su maleta, llena de regalos y souvenirs para Ana.

Ana respondió: Extraño al hombre de mi vida aunque se haya ido sólo 10 minutos.

La respuesta fue complaciente, pero no tanto como las noches que Ana había pasado en su ausencia.

lunes, 11 de octubre de 2010

It wont be long



Escribir es bueno, es bueno a veces escribir para quienes esperan el amor, aunque sea una espera distorsionada...Como si el amor fuera una meta, un efebito montado en un corcel blanco o una mujer hermosa con un pañuelo blanco, es bueno escribir para quienes se olvidan que no hay camino al amor, que el amor no es un destino.


Recordar es bueno, es bueno recordar que todo gira alrededor del tiempo y el amor no es sino un sesgo. Es bueno recordar porque el amor hace que el tiempo pase rápido o, cuando el amor no está, hace que cada minuto se sienta como una década.


Escribí y recordé para quienes saben que el amor no es, ni se parece, a un camino, ni a un efebo, ni al dinero. Escribiré y recordaré siempre por quienes saben que el amor está en la música.

jueves, 5 de agosto de 2010

De Olvidadizo a Memorioso

Como ya lo había dicho en uno de los anteriores post, el olvido, que parece ser un enemigo público se disfraza a veces de cómplice. Todos hemos deseado alguna vez poder olvidar algo, evadirlo, esquivarlo, ponerlo en un rincón de la cabeza o del alma misma y nunca regresar a él, incluso hay quienes intentan borrar personas o situaciones de sus vidas, casi siempre en vano, porque como dice la canción "Ejercer el olvido por voluntad es imposible" 

Entonces ¿Cuándo es un aliado el esquivo olvido, que buscamos, generalmente, con el corazón hecho añicos? ¿Cúando, si entre más lo deseamos, más se aleja, entre más tratamos de borrar los recuerdos, más profundo es el vacio que nos provoca la memoria de eso que no tenemos ya?

El Olvido es un aliado cuando comprendemos que la memoria no es un enemigo, que los recuerdos son firmas en contratos vencidos, ya nada puede usted hacer con los recuerdos del hombre que amó y se fue, o de la mujer que nuca tuvo por miedo a develar sus sentimientos...  "Llorar sobre la leche derramada" es quedarse repasando los momentos felices que ya no se repetiran y darle -replay- a la canción que trae a su cabeza, como una plaga, un montón de pequeños instantes. Olvidar, no necesariamente es suprimir todo indicio de que algo o alguien sucedió, olvidar es lidiar con los recuerdos, que no hieran, que no amarguen, que sean más bien el motivo de una sonrisa nostalgica de vez en cuando. 

No hay fórmulas, ni dietas, ni recetas para olvidar, es cuestión de tiempo pero sobre todo de novedad, de nueva música, de nuevos lugares, de nuevos recuerdos, el olvido se volverá su aliado cuando usted consiga entender que para vivir es necesario recordar, pero también es necesario olvidar. Otra dualidad de la vida, compleja pero parte de ella, al fin y al cabo.


viernes, 11 de junio de 2010

Instantes

No soy yo, fue otra, ¿ahora quién vendrá?
No me marcho, jamás vine, jamás pude
estar.

Cada momento soy alguien nuevo y ya no quiero mirar atrás, no olvido lo vivido, es solo que no fui yo quien lo vivió, más que un recuerdo es un relato, un relato largo que a ratos cuesta memorizar, mientras tanto el tiempo se encarga de que sea asunto de alguien más. Si me desato en llanto, después ya no sé porque he de llorar. ¿Y de las alegrías? efímeras, pero así son siempre en la vida.

Una sorpresa a cada instante, descubrir un pasado, tan propio como ajeno, tan extraño, tan familiar, ¿es esa mi vida?, no hay tiempo para cuestionarme cómo fue que llegue aquí, los errores, los aciertos, y los millones de pendientes, pero bueno, alguien más se ocupara de ellos.

La vida, entonces, se reduce a un instante, de esos instantes que duran toda una vida, fugaces, que se extinguen sin dejar rastro, cuya memoria es débil, casi inexistente. Me ata a la vida un hilo delgado, una cadena cuyos eslabones amenazan con perderse, tal vez huir, en cualquier momento. Y me arranca de ella el paso del tiempo, que inclemente me transforma en un recuerdo.

Pero ya no lucho contra el tiempo, por lo menos eso es lo que digo, ahora solo intento retratarle en un instante, ser ahora yo quien lo convierta en un recuerdo, adueñarme de ese ser despiadado, extraviarlo en el olvido, porque nunca me hizo caso, nunca me escuchó, cuando le pedí que los instantes ya no fueran fugaces.

miércoles, 9 de junio de 2010

Silencio

Silencio de Clarice Lispector

Es tan vasto el silencio de la noche en la montaña. Y tan despoblado. En vano uno intenta trabajar para no oírlo, pensar rápidamente para disimularlo. O inventar un programa, frágil punto que mal nos une al súbitamente improbable día de mañana. Cómo superar esa paz que nos acecha. Silencio tan grande que la desesperación tiene vergüenza. Montañas tan altas que la desesperación tiene vergüenza. Los oídos se afilan, la cabeza se inclina, el cuerpo todo escucha: ningún rumor. Ningún gallo. Cómo estar al alcance de esa profunda meditación del silencio. De ese silencio sin memoria de palabras. Si es muerte, cómo alcanzarla.

Es un silencio que no duerme: es insomne; inmóvil, pero insomne; y sin fantasmas. Es terrible: sin ningún fantasma. Inútil querer probarlo con la posibilidad de una puerta que se abra crujiendo, de una cortina que se abra y diga algo. Está vacío y sin promesas. Si por lo menos se escuchara al viento. El viento es ira, la ira es vida. O nieve. La nieve es muda pero deja rastro, lo emblanquece todo, los niños ríen, los pasos resuenan y dejan huella. Hay una continuidad que es la vida. Pero este silencio no deja señales. No se puede hablar del silencio como se habla de la nieve. No se puede decir a nadie como se diría de la nieve: ¿oíste el silencio de esta noche? El que lo escuchó, no lo dice.

La noche desciende con las pequeñas alegrías de quien enciende lámparas, con el cansancio que tanto justifica el día. Los niños de Berna se duermen, se cierran las últimas puertas. Las calles brillan en las piedras del suelo y brillan ya vacías. Y al final se apagan las luces más distantes.

Pero este primer silencio todavía no es el silencio. Que espere, pues las hojas de los árboles todavía se acomodarán mejor, algún paso tardío tal vez se oiga con esperanza por las escaleras.

Pero hay un momento en que del cuerpo descansado se eleva el espíritu atento, y de la tierra, la luna alta. Entonces él, el silencio, aparece.

El corazón late al reconocerlo.

Se puede pensar rápidamente en el día que pasó. O en los amigos que pasaron y para siempre se perdieron. Pero es inútil huir: el silencio está ahí. Aun el sufrimiento peor, el de la amistad perdida, es sólo fuga. Pues si al principio el silencio parece aguardar una respuesta -cómo ardemos por ser llamados a responder-, pronto se descubre que de ti nada exige, quizás tan sólo tu silencio. Cuántas horas se pierden en la oscuridad suponiendo que el silencio te juzga, como esperamos en vano ser juzgados por Dios. Surgen las justificaciones, trágicas justificaciones forzadas, humildes disculpas hasta la indignidad. Tan suave es para el ser humano mostrar al fin su indignidad y ser perdonado con la justificación de que es un ser humano humillado de nacimiento.

Hasta que se descubre que él ni siquiera quiere su indignidad. Él es el silencio.

Puede intentar engañársele, también. Se deja caer como por casualidad el libro de cabecera en el suelo. Pero, horror, el libro cae dentro del silencio y se pierde en la muda y quieta vorágine de éste. ¿Y si un pájaro enloquecido cantara? Esperanza inútil. El canto apenas atravesaría como una leve flauta el silencio.

Entonces, si se tiene valor, no se lucha más. Se entra en él, se va con él, nosotros los únicos fantasmas de una noche en Berna. Que entre. Que no espere el resto de la oscuridad delante de él, sólo él mismo. Será como si estuviéramos en un navío tan descomunalmente grande que ignoráramos estar en un navío. Y éste navegara tan largamente que ignoráramos que nos estamos moviendo. Más de eso, nadie puede. Vivir en la orla de la muerte y de las estrellas es una vibración más tensa de lo que las venas pueden soportar. No hay, siquiera, un hijo de astro y de mujer como intermediario piadoso. El corazón tiene que presentarse frente a la nada sólito y sólito latir alto en las tinieblas. Sólo se escucha en los oídos el propio corazón. Cuando éste se presenta completamente desnudo, no es comunicación, es sumisión. Además, nosotros no fuimos hechos sino para el pequeño silencio.

Si no se tiene valor, que no se entre. Que se espere el resto de la oscuridad frente al silencio, sólo los pies mojados por la espuma de algo que se expande dentro de nosotros. Que se espere. Un insoluble por otro. Uno al lado del otro, dos cosas que no se ven en la oscuridad. Que se espere. No el fin del silencio, sino la ayuda bendita de un tercer elemento, la luz de la aurora.

Después, nunca más se olvida. Es inútil intentar huir a otra ciudad. Porque cuando menos se lo espera, se puede reconocerlo de repente. Al atravesar la calle en medio de las bocinas de los autos. Entre una carcajada fantasmagórica y otra. Después de una palabra dicha. A veces, en el mismo corazón de la palabra. Los oídos se asombran, la mirada se desvanece: helo ahí. Y desde entonces, él es fantasma.

lunes, 7 de junio de 2010

Pongamos que te encierro aquí, Tristeza.

Pongamos que te encierro aquí, Tristeza

Te encierro en esta habitación, cómoda para tu incertidumbre y me marcho a vivir una vida normal. 

Digamos que te quedas quieta y al cerrar la puerta yo me olvido de ti.
Nunca más me molestas ni yo me molesto en ponerte atención, en alimentarte con mis lágrimas y arullarte con mis miedos.

Supongamos que yo puedo darte la espalda y tu no me seguirás, que mi alma te desconoce y yo, camino tranquila de la mano de sentimientos que tu odias y que mientras sonrio tu vas creciendo, encerrada en aquella habitación. 

Tristeza, tu te esconderás por unos días y me dejarás vivir entre alegrias, pero entonces, un día abrirás la puerta del encierro, y te apoderarás de mi con fuerza... ¿No es cierto? ¿No es cierto que si te escondo y te amarro y te vendo la boca para que no me grites, tu volverás con fuerza a esconderme, amarrarme y vendarme la boca para que no sonria? 

Yo por eso no te escondo amiga mía, porque te temo, porque reprimirte solo te da armas contra mí, Yo prefiero pelear contigo mientras puedo vencerte. Yo por eso no te niego ni me avergüenzo de tus esporádicas visitas a mi tranquilidad. 

Sabes que eres bienvenida, te digo cuando te despido, pero qué poco bienvenida eres cuando decides regresar. 

viernes, 4 de junio de 2010

In Memoriam

"La memoria es un espejo opaco y vuelto añicos, o, mejor dicho, está hecha de intemporales conchas de recuerdos desperdigadas sobre una playa de olvidos"
Héctor Abad Faciolince

La memoria es uno de esos artilugios de la mente que más contraproducentes encuentro, es lo más parecido a un arma de doble filo, usted no puede gobernar su memoria pero cuando ella decide retener algo, bajo su propia e inalterable voluntad, ese recuerdo puede causarle los momentos más felices o por el contrario, puede llevarlo a un estado de letargo y desasosiego por bastante tiempo. Sin embargo, el enemigo no es precisamente la memoria, la memoria es sólo el baúl donde la mente y el corazón guardan lo que salvaron de la guerra con el olvido... Como todo lo vivo está dispuesto a la muerte, todo lo pensado, lo dicho, lo amado, está condenado al olvido.

El olvido es un ladrón sigiloso, que atrapa las cosas más amadas, que linda con los dolores y atemoriza a los más valientes, créame, usted no es enemigo para el olvido, él lo vencerá con la facilidad con la que las olas vencen el viento, a menos que usted, querido lector, se arme de valentía y tome la pluma como espada y la tinta como capa (O para ser menos poéticos, el teclado y la pantalla) para escribir, retratar e intentar perpetuar sus memorias.

En contra de lo olvidado, está lo escrito... Quizás el olvido atrape sus letras, pero usted, las podrá revivir cuando en un viejo cajón encuentre las viejas y mal acomodadas palabras que escribió o que le escribieron, cuando recuerde los olores que su nariz percibía la primera vez que las leyó y las sonrisas o lágrimas que ,como polaroids, acompañan los momentos recordados.

El olvido, como todo en la vida, también puede llegar a ser un aliado, pero eso será tema de otra noche...

domingo, 9 de mayo de 2010

“Acabaras en un manicomio o en la cárcel”



Empecemos a echar carreta, solo como para despejarnos, ¿quiénes?... yo y mis otros yos, hace días que no hago realmente nada, aparentemente mi yo pensante se ha tomado unas vacaciones, por lo visto no planea volver; era de esperarse, estaba cansado y sentía que hacía más mal que bien, el problema con él era que me permitía ver el mundo tal y como era, eso puede considerarse un crimen, ¿será posible sobrevivir en este mundo si se es consciente de la realidad? , por lo menos a mi me resulta difícil; por eso creo que se ha ido, ese, mi yo pensante, se lleno de culpa y se fue a vagar donde ya no pudiera hacer daño; ahora lo extraño, extraño los caminos por los que solía llevarme, extraño los sueños angustiosos de problemas inexistentes que me invitaba a resolver, tal vez solo para pasar el rato; pero lo que más extraño es la habilidad para conocer, para interpretar, para realmente ver. Te extraño, y te invito a volver, no me importa si a veces pierdo la esperanza al aproximarme a la realidad, no me importa, porque es más triste verme ciega, inconsciente, porque prefiero la locura a la ignorancia.

sábado, 8 de mayo de 2010

Hace algún tiempo no era nadie, ¿podía realmente ser alguien cuando toda mi vida parecía haber sido escrita por otra persona?

Era sencillo, era simple, no tenía que preocuparme por los detalles, los otros sabían quién era, a donde llegaría, todos los deseos de mi vida; pero un día desperté o tal vez lo que yo quería se alejaba demasiado de aquello que realmente quería, ¿qué quiero? … nada.