viernes, 11 de junio de 2010

Instantes

No soy yo, fue otra, ¿ahora quién vendrá?
No me marcho, jamás vine, jamás pude
estar.

Cada momento soy alguien nuevo y ya no quiero mirar atrás, no olvido lo vivido, es solo que no fui yo quien lo vivió, más que un recuerdo es un relato, un relato largo que a ratos cuesta memorizar, mientras tanto el tiempo se encarga de que sea asunto de alguien más. Si me desato en llanto, después ya no sé porque he de llorar. ¿Y de las alegrías? efímeras, pero así son siempre en la vida.

Una sorpresa a cada instante, descubrir un pasado, tan propio como ajeno, tan extraño, tan familiar, ¿es esa mi vida?, no hay tiempo para cuestionarme cómo fue que llegue aquí, los errores, los aciertos, y los millones de pendientes, pero bueno, alguien más se ocupara de ellos.

La vida, entonces, se reduce a un instante, de esos instantes que duran toda una vida, fugaces, que se extinguen sin dejar rastro, cuya memoria es débil, casi inexistente. Me ata a la vida un hilo delgado, una cadena cuyos eslabones amenazan con perderse, tal vez huir, en cualquier momento. Y me arranca de ella el paso del tiempo, que inclemente me transforma en un recuerdo.

Pero ya no lucho contra el tiempo, por lo menos eso es lo que digo, ahora solo intento retratarle en un instante, ser ahora yo quien lo convierta en un recuerdo, adueñarme de ese ser despiadado, extraviarlo en el olvido, porque nunca me hizo caso, nunca me escuchó, cuando le pedí que los instantes ya no fueran fugaces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario